Pero, vivir en el mundo por la fe es vivir en la dependencia del Espíritu Santo.
¿Por qué ha dado Dios fe a sus seguidores?
La fe no es dada para el consuelo en la hora del dolor, ni para guardar tradiciones religiosas y mucho menos para satisfacer a la sociedad como adorno. Ella es el poder de Dios para enfrentar al diablo; es la Luz Divina para disipar las tinieblas de los poseídos por ella. Por eso, quien está en la fe es un indignado por naturaleza; está en la guerra por no conformarse con la situación social que el mundo le impone.
El Espíritu de la fe no acepta curvarse delante de las adversidades sociales, ni se alía con los siervos del mal.
La fe cristiana primitiva no tiene nada que ver con la corrupción espiritual y moral de este mundo. Es por eso que el Señor Jesús dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada”. Pues, Vino a causar división… esto es, la fe cristiana separa a los de la luz de los de las tinieblas; las cabras de las ovejas, en fin, los que son de aquellos que no son de Dios.
Moisés dijo: Dios es Hombre de Guerra (Éx. 15:3). O sea, Dios es como hombre de guerra. Para agradarle es necesario vivir en la fe y por la fe.
Es imposible agradarle sin estar en la fe.
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