El Señor es mi luz y mi salvación.

"Una cosa he demandado al Señor,esta buscaré;que esté yo en la casa del Señor todos los días de mi vida;para contemplar la hermosura del Señor y para buscarlo en su Templo". (Smo.27:4)

martes, 12 de abril de 2011

Guerra y fe.

Quien está en la fe, está en el Espíritu y quien está en el Espíritu está en la fe. Consecuentemente, está en la guerra. No hay paz en este mundo para quien vive por la fe. Hay paz, sí, con Dios, porque fue lavada la conciencia en la sangre del Hijo de Dios.

Pero, vivir en el mundo por la fe es vivir en la dependencia del Espíritu Santo.

¿Por qué ha dado Dios fe a sus seguidores?

La fe no es dada para el consuelo en la hora del dolor, ni para guardar tradiciones religiosas y mucho menos para satisfacer a la sociedad como adorno. Ella es el poder de Dios para enfrentar al diablo; es la Luz Divina para disipar las tinieblas de los poseídos por ella. Por eso, quien está en la fe es un indignado por naturaleza; está en la guerra por no conformarse con la situación social que el mundo le impone.

El Espíritu de la fe no acepta curvarse delante de las adversidades sociales, ni se alía con los siervos del mal.

La fe cristiana primitiva no tiene nada que ver con la corrupción espiritual y moral de este mundo. Es por eso que el Señor Jesús dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada”. Pues, Vino a causar división… esto es, la fe cristiana separa a los de la luz de los de las tinieblas; las cabras de las ovejas, en fin, los que son de aquellos que no son de Dios.

Moisés dijo: Dios es Hombre de Guerra (Éx. 15:3). O sea, Dios es como hombre de guerra. Para agradarle es necesario vivir en la fe y por la fe.


Es imposible agradarle sin estar en la fe.

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